jueves, 21 de octubre de 2010

Los arrecifes de medio mundo se están muriendo por el cambio brusco de temperatura

Sídney (Australia), 20 oct (EFE).- Los arrecifes de medio mundo se están muriendo a causa del tercer cambio brusco de temperatura de los océanos registrado en doce años, alertó hoy el biólogo marino australiano Andrew Baird.

"Parece que se está repitiendo el trágico blanqueo de corales de 1998", cuando un repentino cambio de la temperatura del agua de los mares afectó a cerca del 16 por ciento de los arrecifes existentes en todo el mundo, dijo Baird a Efe.

El proceso se debe al paso, hace unos meses, de una gran masa de agua muy caliente por la región oriental del Océano Indico que hizo desaparecer algunas de las algas con las que los corales tienen una asociación simbiótica y sin las cuales mueren de inanición.

La zona dañada es, posiblemente, la más grande conocida hasta la fecha, advirtieron científicos del Centro para la Excelencia de los Estudios de Arrecifes de Coral del Consejo Australiano de Investigación (ARC), dentro de la Universidad de James Cook, en el que trabaja Baird.

"Hablamos de una distancia de unos 12.000 kilómetros, que cubre un tercio de la Tierra" en una línea casi recta pasando por encima del Ecuador, que abarca desde las islas Seychelles hasta Palau, pasando por Indonesia, señaló el biólogo.

El espacio incluye el famoso Triángulo de Coral, que comparten Malasia, Filipinas, Indonesia, Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón.

"No todos los países del Triángulo están afectados por el blanqueamiento que hemos observado, ni todas las áreas afectadas están dentro del Triángulo", detalló Baird.

Las temperaturas no cambian de la misma forma en todas partes y, por eso, algunas zonas del Triángulo y algunos tipos de corales sufren más que otros.

"Un 80 por ciento de las colonias de acróporas y un 50 por ciento del resto de especies han desaparecido desde que se inició el blanqueo este año", dijo Baird.

"Ello significa -añadió- que la superficie de corales en la región puede reducirse de un 10 a un 50 por ciento, en cuyo caso tardaría años en recuperarse y perjudicaría a la industria pesquera local además del sector turístico regional".

El ecologista señaló que la muerte de los corales "es otro desastre que afecta a distintas poblaciones de forma desproporcionada, y eso es muy importante".

Explicó que los pueblos de pescadores, que son los que tienen una huella ambiental menor, pierden su modo de subsistencia, mientras que los habitantes del primer mundo notan la desaparición de los corales porque se quedan sin poder hacer submarinismo.

"Los arrecifes de la región son el sustento de decenas de millones de personas que viven del mar, por lo que juegan un papel vital tanto en la economía regional como en la estabilidad política", dijo el biólogo.

Baird puso a modo de ejemplo la provincia de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra, en el oeste de Indonesia, uno de los puntos más castigados por la muerte de los corales.

"Es necesario que todos hagamos un esfuerzo para controlar las emisiones de dióxido de carbono, pero además que los gobiernos en el mundo desarrollado tomen acción inmediata para parar el cambio climático", concluyó Baird.

Los cambios en la Gran Barrera de Coral de Australia, de producirse, empezarán a notarse a partir de enero y febrero de 2011, cuando entren las corrientes de agua más templada.

El peligro principal es que se repitan los estragos de 1998 y 2002, cuando el 40 por ciento de los arrecifes del tesoro natural australiano quedó damnificado.

Los signos preliminares no son alentadores, porque la temperatura en la superficie del mar alcanzó su punto máximo a finales de mayo y al mes siguiente el estrés térmico por calor acumulado superaba ya el nivel de 1998, según datos de la página de Internet de los Puntos Calientes del Coral de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de EEUU y de Baird, respectivamente.

Las autoridades australianas dividieron en 2004 la Gran Barrera de Coral en varias zonas con distinto grado de protección, y ampliaron la extensión de la reserva en un 4,5 por ciento (casi un millón de kilómetros cuadrados adicionales). EFE

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